Las Fiestas de la Vendimia
Por Colaboración, Periodico El Vigia|15 de Agosto
Octavio Jiménez, hijo del enólogo homónimo, revisita la historia del emblemático evento ensenadense (Texto incluido en el libro 'Crónicas Ensenadenses” tomo dos, de Heberto J. Peterson Legrand)

Ensenada, B. C. - ¿Saben quién ha sido el más grande enólogo del mundo?

Ésa era en muchas ocasiones la pregunta con la que rompía el hielo, Octavio Jiménez Gutiérrez, en algunos de los seminarios sobre vino que impartía allá en la década de los ochenta. El escenario podía ser el salón de algún hotel en San Diego o Beverly Hills. El código de vestimenta; invariablemente etiqueta y vestido largo, ya que en esas glamorosas sedes la cultura del vino era muy preciada.

No así en México. Ha implicado muchos esfuerzos desde entonces, para que Baja California y en particular los valles viticultores de Ensenada, llegaran a ser lo que ahora son. Octavio Jiménez fue uno de los pioneros que ayudó a que ésto pasara: él fue uno de los iniciadores de las Fiestas de la Vendimia en 1983, fundó la Cofradía del Vino de Baja California en 1986 y fue su primer Gran Maestre.

Una tarde del pasado mes de abril, tan sólo por unas horas y para apoyar una buena causa, el renombrado y recordado enólogo Octavio Jiménez, salió de su retiro para impartir un interesante taller de degustación de vino organizado por la Asociación de Profesionistas Egresados de Cetys. La sede fue la sala de degustación de Cavas Valmar que recibió a unas 20 personas interesadas en los principios de la cata de vinos y quienes probaron de un buffett de aromas destinado a registrar en la memoria el olor de unos 60 elementos.

"Hay que hacerse consciente del aparato olfativo y sus alcances” – dijo el ingeniero Jiménez.

Desde ese día, no dejó de olfatear en todos lados como sabueso rastreando una pista. "Compro verdura en el mercado y la huelo, preparo comida y acerco mi nariz a cada ingrediente, pruebo un vino y obviamente, lo olfateo hasta que reconozco algún aroma que pueda recordar”.

El comienzo de todo

Mientras mi papá exponía su plática… ¿Mencioné que Jiménez Gutiérrez es mi padre? Bueno, pues mientras él hablaba, yo recordaba cómo todo había comenzado.

Con esto en mente, me entrevisté con algunas personas que también estuvieron presentes en aquellos festejos de la Vendimia.

Manuel González Barraza ingresó al club de Leones de Ensenada en 1984, a un año de que se celebrara la primera Fiesta y Feria de la Vendimia, organizada por el presidente del Club en turno, precisamente el enólogo Octavio Jiménez y su colaborador más entusiasta, Héctor Arriola. A este par, sus compañeros los apodaban "El dúo dinámico”.

"Esa primera celebración -asegura Manuel- fue la que ocho años después dio lugar a lo que ahora conocemos como las Fiestas de la Vendimia.”

En sus humildes inicios, "La Vendimia” consistía en un despliegue de puestos de comida flanqueados por cuatro puestos de las vitivinícolas participantes; esto en la explanada del conjunto Pronaf, justo donde ahora se encuentra el edificio del SAT, atrás del Centro de Convenciones Riviera del Pacífico.

Las casas vitivinícolas que participaron fueron: Domec, Formex-Ybarra, Productos de Uva de Tijuana y Bodegas de Santo Tomas. Un año después se unieron a la visión L.A. Cetto y Cavas Valmar.

Los organizadores

Todo era organizado por los señores y señoras del Club de Leones de Ensenada y el Club de Damas Leonas de Ensenada respectivamente, coordinados por el comité de Festejos de la Vendimia integrado por Octavio Jiménez, Héctor Arriola, Rubén "El Cachi” Preciado, Felipe Ricalde y José Bejarano.

El Club de Leones tuvo que ver con el génesis de la fiesta más emblemática del vino mexicano.

El que fungía como tesorero del Club de Leones en esas primeras Fiestas de la Vendimia, Rubén Preciado, recordó: "era muy bonito y divertido ver a las familias de Ensenada convivir; los jóvenes concursando en el pisado de uva, los adultos en el de beber vino en bota y los equipos de amigos concursando en la competencia de paellas”.

Rubén "El Cachi” Preciado, quien entre todos sus encargos tenía el de proporcionar las carpas para los puestos que se rentaban a los participantes, trata de recordar con esfuerzo, ya que le es difícil después del derrame cerebral que sufrió. Pero lo logra y describe más detalles.

La reina de la vendimia

"Había una reina de la Vendimia que era elegida al azar; un racimo de uvas era entregado a cada embajadora de los distintos grupos participantes y en uno de los racimos estaba el papel que designaba a la nueva soberana”.

También tiene memoria Fernando Martain, el único socio fundador de la Cofradía que continúa en ella y mientras recuerda más detalles que me platica, me muestra cantidad de papeles y publicaciones que documentan la historia.

Otro ex-cófrade que saca papeles y periódicos viejos mientras platicamos, es Abelardo Rodríguez, quien además me deja fotografiar todo.

De su primer celebración en 1983 hasta 1988, las Fiestas de la Vendimia fueron organizadas por el Club de Leones de Ensenada, quienes pasaron la estafeta a La Cofradía del Vino de Baja California. Éstos la organizan de 1989 a 1991, año en que pasa la coordinación de los festejos a la Asociación de Vitivinicultores.

Cuenta Manuel González que Octavio Jiménez y Héctor Arriola convencieron a los Leones de ceder el control a la Cofradía. Cuando aumentó el trabajo por el éxito de los festejos en la promoción de los vinos bajacalifornianos, se fue involucrando la sección de vitivinicultores de Canacintra que después formó el Comité Provino, actuales organizadores y promotores de Las Fiestas de la Vendimia de Ensenada.

Inicio de la festividad

Pero todos a los que entrevisté recuerdan los primeros años de las fiestas con nostalgia y emoción. Así lo recuerda Martain:

"Se iniciaba con un baile de inauguración en el Salón Catedral del Centro de Convenciones Riviera Pacífico, en donde se elegía a la reina de la Vendimia. El día siguiente, saliendo de Bodegas de Santo Tomas, desfilaban por la ciudad la reina y demás embajadoras, acompañadas de los Leones, en los carros y carretas que representaban a las casas vitivinícolas participantes. Vestidas con atuendos campiranos, iban saludando y obsequiando racimos de uva a la gente en la calle, a la vez que los invitaban: ‘¡Vengan a celebrar la vendimia, traigan a sus familias!’”

Martain además me platica cómo inició la Cofradía del Vino de Baja california, idea de "El dúo dinámico” Octavio y Héctor.

María Elena Arriola, hija de Héctor Arriola, también recuerda y se ríe. Me cuenta cómo pasaban tardes enteras nuestros papás platicando sobre vinos. Ahí, en la oficina de la agencia de viajes de Héctor Arriola, una de esas tardes, probablemente nació la idea. Fernando Martain asevera que lo que se procuró originalmente fue despertar el interés por la cultura del vino y promoverla junto con los vinos de Baja California.

La cofradía

Un 14 de febrero de 1986, con la participación de un alto invitado de honor traído a Ensenada por Pedro Pinson, Jacques Puisais, presidente de la Academia Internacional del Vino de Francia, se fundó la Cofradía del Vino de Baja California.

Maria Elena Arriola lo recuerda bien, pero además lo lee en las crónicas que sobre cada sesión de La Cofradía escribía su papá. Les llamaba Las Crónicas de la Araña, porque una araña posada en su hombro le susurraba lo que veía. De esas minutas "HArriola”, que era como firmaba Héctor, escribió y publicó su libro: "Apuntes de un Cófrade” donde se registra gran parte de toda esta historia.

¿Y qué pasó con el enólogo Octavio Jiménez?

Dejó todo; su trabajo en Bodegas de Santo Tomas, el Club de Leones de Ensenada y la Cofradía del Vino de Baja California, para irse a trabajar para el más grande enólogo que jamás ha existido, aquel a quien se refería con la pregunta que les comenté al principio de este escrito, aquel que en una boda en Caná de Galilea, hace poco más de dos mil años, convirtió el agua en vino.

Se fue a trabajar como ministro cristiano. Ahora dicta otro tipo de conferencias y promueve otro tipo de vino, un vino espiritual.

Salud.