Reflexiones de un “extremista”

Por CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN, Boletin|23 de Octubre

Estamos perdiendo los espacios públicos que antes podíamos disfrutar, porque las autoridades siguen otorgando concesiones que privatizan estos espacios, negándole a la ciudadanía el derecho de disfrutarlos. Hay que deleitarse con lo que aún nos queda, amemos esta tierra y defendámosla de tantas agresiones

Mi amor por esta tierra, Ensenada, dio principio desde antes que naciera, cuando vivía en el vientre de mi madre. Desde ahí adentro percibía el olor a mar, el graznido de las gaviotas y los pelícanos y el rumor del mar. No fue un amor a primera vista, ya que aunque percibía, no podía ver la tierra ni el mar. Más bien fue un amor nacido de las sensaciones que me llegaban.

Nací cerca del mar, viví también muy cerca de él, por lo que con frecuencia iba con mis hermanos a jugar entre las piedras, a bañarnos y a pescar.

Fueron días felices en que la costa era toda para nosotros y para cualquier persona que quisiera disfrutar del océano. Hoy esto no es tan fácil, pero seguimos teniendo frente a nosotros nuestra hermosa bahía, llena de vida y de sitios bellos, en donde la naturaleza llega a parecernos mágica, por tanta riqueza que nos presenta.

Nuestra bahía siempre me ha inspirado; lo sigue haciendo. Todos los días camino frente a ella siguiendo algunas rutas y veredas que aún no han sido alcanzadas por el "desarrollo”. En ella predominan los tonos grises. Estos tonos, junto con el azul del mar, presentan una estética muy agradable, la que disfruto mucho.

Pasado el invierno llegarán los días en que las flores empezarán a surgir; entonces, los parajes naturales alrededor de la bahía adquirirán su máximo esplendor, es decir, la naturaleza se prepara para recibir a la primavera.

Así como nos fascinamos por la temporada de las ballenas, deberíamos igualmente disfrutar del invierno, temporada de frío en que la naturaleza se prepara para renovarse y aquí, en nuestros alrededores, podemos observarlo.

Yo lo veo gracias a mis caminatas diarias, las que no sólo me ayudan a mantenerme sano y fortalecido, sino también me dan paz espiritual y me ayudan a reflexionar.

La belleza de nuestra bahía, sin lugar a dudas nos distingue en el Estado. Sin embargo, siento que los ensenadenses, en general, no hemos sabido aprovechar todo lo que representa, y el potencial que tiene.

A excepción de unos pocos sectores, durante muchos años los ensenadenses hemos vivido como si no tuviéramos una bahía.

Esto aparentemente ha empezado a cambiar, gracias a que se han estado abriendo espacios costeros a los que antes era difícil acceder, como la playa municipal. Y digo aparentemente porque, por desgracia, la playa municipal en lugar de que sea un espacio amable para disfrutar de un sitio natural como lo es la playa y el mar, se le ha estado convirtiendo en un circo, en una cantina, en un paraje en donde lo menos que interesa es la conservación de la playa. Olvídense de una mínima educación ambiental o algo que motive a los ensenadenses a respetar este lugar. Al contrario, se enseña a agredirlo.

PERDEMOS ESPACIOS PÚBLICOS

Precisamente por mis caminatas me doy cuenta cómo seguimos perdiendo espacios públicos en nuestras costas. No hace mucho podía caminar junto al mar por todo el tramo costero entre Playitas y el mirador Fernando Consag; pero hoy, ya casi para llegar al mencionado mirador, pusieron una casa que ocupa la zona federal marítimo terrestre.

Se siguen otorgando concesiones que transforman espacios públicos en privados, negándosele a la ciudadanía el derecho al disfrute de esos espacios. Las autoridades ni se molestan en preguntarle a la gente si está de acuerdo con tales concesiones, ya que manejan dichos espacios públicos como si fueran de ellos.

Y siguen los golpes. Como si nos sobraran áreas verdes y regiones agrícolas, el ayuntamiento facilitando la destrucción del Valle de Guadalupe permitiendo que en él aparezcan "desarrollos” inmobiliarios que nada tiene que ver con la vocación natural de la zona, pero si con el dinero fácil.

El Cañón de Doña Petra sigue siendo un basurero, para muchos ensenadenses y para las autoridades un foco de aguas contaminadas donde cada día hay menos árboles y lo que queda es sólo la sombra de lo que fue.

Y preparémonos, ya tenemos encima la ley que permitirá que los extranjeros compren la costa, entonces sí nos será negado todo acceso al mar y nos será muy difícil disfrutar de un mar y un océano que antes era nuestro, pero hoy, por la magia de la globalización ya no nos pertenece.

Pero desde hace tiempo algo más grave aún está ocurriendo. Con nuestras autoridades, llámeseles federales, estatales o municipales, los intereses particulares están por encima del interés público; esto es, el interés público está supeditado al interés particular.

ADECUAR LA LEY AL PROYECTO

Si la Constitución, la Ley, el Reglamento, la Norma, no lo permite, no hay problema; se modifica la Constitución, la Ley, el Reglamento o la Norma, para que se pueda. La modalidad, ahora, es que el proyecto no se tiene que adecuar, es la norma la que se adecua al proyecto.

Gracias a esto, los "desarrolladores” que pretenden hacer negocio en nuestro municipio ya no tendrán problemas; se les va a acomodar la ley a su gusto. Las leyes y reglamentos se adecuarán a las necesidades de los "desarrolladores”, sin tomar en cuenta el interés prioritario de los ciudadanos.

No es la primera vez que esto ocurre entre nosotros, el caso más evidente es el de la empresa Sempra, a la que se le pusieron las leyes, reglamentos y programas a su modo, para que así no se dijera que estaba violando la ley. En el caso "Punta Banda-Punta Brava” se intentó hacer algo parecido. Y no se diga de los organizadores de las carreras fuera de camino "Bajas”, ahí ni se molestan en respetar la ley, simplemente se la brincan con el argumento de que es muy popular y que deja una "derrama económica”.

Resulta increíble que nuestras autoridades no hagan el mínimo esfuerzo por equilibrar el desarrollo y crecimiento sano, con el respeto a las regiones naturales que tenemos en la bahía. En otros países vemos claramente que esto sí se logra si es que hay voluntad.

Pero entre nosotros prevalecen los negocios y las autorizaciones en lo "oscurito”, que fue la forma en que se quitaron funciones al IMIP y se modificaron reglamentos que favorecen a los desarrolladores.

En las últimas décadas, a partir del arribo de las políticas neoliberales, hemos transitado de un Estado paternalista al Estado como negocio, esto es, el Estado en sí se convirtió en un negocio. El país, los estados, los municipios (las delegaciones) tienen dueños: los políticos y las oligarquías que giran a su alrededor y viceversa.

Y por otra parte, la ciudadanía -por muchas razones que no es lugar explicar- hemos transitado de la participación al desencanto, a la desesperanza, a la indiferencia, y quizá lo más grave: a la indignidad.

Nos hemos convertido en ciudadanos indignos. Y esto lo saben muy bien los dueños del país. Saben que los mexicanos somos unos esclavos satisfechos.

Disfrutemos lo que aún nos queda, amemos esta tierra y defendámosla de tantas agresiones. Nuestro mar, nuestra bahía sigue siendo hermosa y es única en el mundo.