Piedra Volada: la cascada más alta de México
Por CARLOS LAZCANO/COLABORACIÓN, Boletin|16 de Octubre
Esta maravilla natural se encuentra en la parte norte de la Sierra Tarahumara, dentro del Parque Nacional Basaseachi, en la Barranca de Candameña. Desde ella se tiene una de las vistas más imponentes de todo México y puede apreciarse la pared de la Peña del Gigante, el máximo reto de escalada en nuestro país

Hace unos días, visité el estado de Chihuahua en pos de uno de sus grandes tesoros naturales; me refiero a la Cascada de Piedra Volada, la que con sus 453 metros de caída libre es la más alta de México y una de las más grandes del mundo.

Esta maravilla se encuentra en la parte norte de la Sierra Tarahumara, dentro del Parque Nacional Basaseachi, en la Barranca de Candameña, la que tiene una profundidad de 1750 metros, mayor a la de la famosa Barranca del Cobre.

El Parque Nacional Basaseachi tiene muchas otras maravillas, entre ellas la Cascada de Basaseachi, que cuenta con 246 metros de caída y es la segunda más alta de México. También cuenta con la Peña del Gigante, una altísima pared de piedra de casi un kilómetro vertical, la cual representa el máximo reto de escalada en nuestro país.

Está igualmente la Barranca de Candameña, con su gran río que ya entrando a Sonora se convierte en el Río Mayo. Esta barranca es una de las más espectaculares de México, ya que es muy profunda y angosta, lo que la hace sumamente abrupta, y un gran reto a recorrer. Hay muchas más cosas, pero sólo menciono lo más destacado.

CANDAMEÑA: LA BARRANCA DE LAS CASCADAS

El motivo de mi visita fue para tomar una serie de fotografías de estas maravillas para la nueva edición de mi libro "Candameña: la barranca de las cascadas”, el cual fue publicado por el Gobierno del Estado de Chihuahua hace casi 20 años.

Este libro es una crónica las exploraciones sistemáticas que realicé en Candameña, con el apoyo del Grupo de Espeleología de Ciudad Cuauhtémoc. Muchas de las maravillas naturales que muestro en el libro fueron producto de dichos registros, ya que anteriormente no se conocían ni nadie sabía de ellas. Fue asomándome a dicha barranca que, poco a poco, fui conociendo su realidad geográfica.

Fue en 1994, que recorrí por vez primera la parte más abrupta de la Barranca deCandameña. Fue un recorrido memorable con mis amigos de Cuauhtémoc, y durante ella tuve la primera visión de la Peña del Gigante. Esta se veía imponente, ya que se alzaba un kilómetro encima de nosotros, desde la misma orilla del río. Fue impresionante verla.

En ese recorrido también disfrutamos mucho de la belleza de los cientos de pozas y remansos que se forman a lo largo del cauce del río, muchos de ellos profundos y con su agua de un color azul turquesa.

Posteriormente, efectué una serie de entradas a las partes altas de la barranca con el fin de localizar la Cascada de Piedra Volada, hasta que finalmente di con ella gracias a uno de los pocos lugareños que la conocían. Desde ella se tiene una de las vistas más imponentes de todo México. En primer término, los casi 500 metros que el salto cae y, frente a ella, precisamente la magnitud vertical de la Peña del Gigante.

Con mis amigos del Grupo de Cuauhtémoc elaboramos todo un proyecto para descender a rapel la cascada y medirla. Fueron varios meses de entrenamiento y preparativos. Como parte de éstos, rapeleamos la cascada de Basaseachi y aprovechamos para medirla. Esto fue debido a que en la literatura que consulté me encontré con más de 30 medidas diferentes que iban desde los 330 metros de caída hasta los 245. Al medirla nos coincidió precisamente con la medida más baja, es decir, 245 metros.

PRIMEROS DESCENSOS

Fue justamente hace 20 años, en septiembre de 1996, que efectuamos el primer descenso de la gran cascada. Antes de bajarla calculábamos que tendría unos 350 metros de altura. Esta mala apreciación hizo que el primer intento de bajarla fallara, ya que la cuerda no alcanzó.

Hicimos un segundo intento, uniendo una cuerda de 150 metros, y ahora sí nos dio; pero el descenso fue difícil por la gran cantidad de agua de la cascada, la que no pudimos evitar debido a lo cerrado del cañón. En esa ocasión fui el único en bajar.

Posteriormente, en noviembre realizamos un segundo descenso, y ya fueron más miembros del GEC los que bajaron. Esa vez, la cascada llevaba muy poca agua, lo que facilitó las maniobras.

Durante el segundo descenso, el doctor Víctor Rodríguez Guajardo y yo descendimos totalmente la cañada de Piedra Volada hasta alcanzar la barranca de Candameña. Es una distancia corta de un kilómetro, pero tiene varios saltos que nos obligaron a efectuar cinco rapeles más.

Hasta la fecha, el rapel de Piedra Volada, 453 metros, es el más grande que se ha efectuado en nuestro país. Anteriormente, el rapel más grande que había realizado fue el del Sótano del Barro, en la Sierra Gorda de Querétaro, con 410 metros de caída libre.

Desde Piedra Volada pudimos ver la pared de la Peña del Gigante y planeamos llegar a su cumbre caminando y descender en rapel su gran pared. Tres días nos llevó este descenso, y muchos fines de semana de preparación.

Lo rapeleamos desde su cumbre en tres tramos, cada uno de 300 metros. Ahí acampamos, colgados en su pared, en una fascinante expedición que nos mostró escenarios fuera de serie. Lo logramos con éxito, aunque a punto estuvo de que no nos alcanzaran las cuerdas.

El siguiente paso, fue invitar a dos de los mejores escaladores del mundo, Carlos García y Cecilia Buil, mexicano él y española ella, para escalar la gran pared de la Peña del Gigante. Fue en 1998 cuando se realizó el intento de esta gran escalada. Carlos y Cecilia lo lograron, pero les llevó un mes en lograrlo. Ahí estuvieron, cuatro semanas colgados de la pared, durmiendo en sus hamacas y repisas mínimas.

Terminaron exhaustos; de hecho, los apoyamos en los últimos tramos, ya que habían agotado todos sus víveres. Esta fue la primera escalada tipo "Gran Pared” llevada a cabo en México, es decir una escalada que superaba los mil metros de travesía. Desde entonces, han visitado a la Peña del Gigante numerosos escaladores mexicanos y extranjeros, y hoy es una escalada clásica entre la élite de la escalada mundial.

A lo largo de las numerosas entradas que efectuamos a esta región, también localicé muchas otras cosas. Entre ellas varios sitios de la cultura Casas Grandes (también llamada Paquimé). Se trataba de cavidades y abrigos rocosos dentro de los cuales había casas de adobe y piedra de hace cuando menos 600 o 700 años. Estos sitios se encontraban en lugares muy difíciles de llegar, muy cerca de la Cascada de Piedra Volada, protegidos por los abismos.

Estos hallazgos arqueológicos fueron relevantes, ya que los localicé mucho más al sur de lo que se suponía se extendió la cultura Casas Grandes, por lo que el mapa de distribución de esta cultura se agrandó.

En este viaje que hice hace unos días, 20 años después de los descubrimientos, fue una grata experiencia y un reencuentro con mis amigos del GEC, ya que volvimos a rapelear la cascada de Basaseachi, pero ahora participaron no sólo mis amigos, también sus hijos, los que eran niños cuando exploramos todas estas maravillas y, ahora, se suman al grupo de amantes de la naturaleza.