Misiones de las Californias VII: Santa Rosalía de Mulegé
0Periodico El Vigia|2 de Abril
A causa de una fuerte tormenta, la embarcación de Salvatierra llegó a donde desemboca el arroyo de Mulegé, lugar propicio para un establecimiento misional. El templo original elaborado en roca volcánica se ha conservado hasta nuestros días, en donde puede apreciarse la imagen de Santa Rosalía

Ensenada, B. C.

El establecimiento de la misión de Santa Rosalía de Mulgé se dio dentro del marco de la primera etapa de expansión misional en las Californias. Recordemos como a la fundación de Loreto (1697), le siguió San Juan Bautista Londó (1698), San Francisco Javier Viggé-Biaundó (1699) y San Juan Bautista Malibat (1705). Casi al mismo tiempo que se establecía San Juan Bautista Malibat, se estaba fundando Mulegé.

Durante un tiempo milenario los indios cochimí habitaron la región de Mulegé, hoy en el Estado de Baja California Sur, nombrándola "Caaman Cagaleja”, que significa "Barranca grande de la boca blanca”. 

Aunque fueron numerosos los navegantes españoles que pasaron frente a la costa de Mulegé durante los siglo XVI y XVII, empezando con Francisco de Ulloa en 1539, no fue sino hasta inicios del siglo XVIII que tenemos las primeras noticias de sus parajes. Estas primeras noticias se desprenden de una navegación que efectuara el padre Juan María Salvatierra, en 1701, cuando intentaba llegar a Loreto desde Sonora. 

Salvatierra llevaba a bordo provisiones, pero una fuerte tormenta desvió su embarcación, siendo obligados a anclar donde desemboca el arroyo de Mulegé. Gracias a esto, Salvatierra se dio cuenta de que esta parte era propicia para un establecimiento misional, ya que además de numerosas rancherías indígenas, había abundante agua y tierras para poder sembrar.

En mayo de 1704, el padre Juan de Ugarte, quien andaba en busca de sitios para nuevas misiones, intentó localizar el sitio por tierra, cabalgando desde Loreto, pero no lo logró. En agosto de ese mismo año, cuando se dirigían a Loreto, los misioneros Juan Manuel Basaldúa y Francisco María Píccolo desembarcaron en la playa de Mulegé a su regreso de un viaje a Sonora, en esa entrada exploraron la cercana Bahía Concepción.

No fue sino hasta noviembre del siguiente año, 1705, que el padre Basaldúa, saliendo de Loreto llegó por tierra al paraje de Caaman Cagaleja, estableciendo formalmente la misión de Santa Rosalía de Mulegé, apoyado con los fondos aportados por don Nicolás de Arteaga.

LABOR DE PÍCCOLO

Debido a una enfermedad, el padre Basaldúa sólo estuvo un año en la misión y fue sustituido por el destacado misionero Francisco María Píccolo, quien la atendió hasta 1718. Píccolo desarrolló una gran labor entre los indios cochimí. Introdujo el cultivo de la uva, el algodón y los dátiles. Fue gracias a Píccolo que hoy se encuentra el denso palmar de Mulegé, que lo caracteriza. Además, desde esta misión Píccolo efectuó largas exploraciones geográficas con el fin de conocer el terreno y buscar sitios para la expansión misional.

El padre Sebastián Sistiaga sustituyó a Píccolo y se mantuvo en Mulegé hasta 1727. Enseguida llegó el padre Juan Bautista Luyando, quien atendió el sitio entre 1727 y 1734. Otros jesuitas que atendieron esta misión fueron Pedro Nascimbén y Francisco Escalante. Éste último construyó la iglesia de piedra que se conserva hasta nuestros días, concluyéndola en 1766, justo un poco antes de la salida de los jesuitas de todos los dominios de España.

Otros misioneros que atendieron esta misión fueron fray Juan Ignacio Bastón, fray Francisco Gómez, fray Juan Benito Sierra, fray Pedro Arriguibar (1768-1773), fray José Herrera (1783), fray Miguel Gallego (1795), fray Domingo Timón (1795) y fray José Portela (1812), la mayoría de ellos dominicos.

Dependientes de esta misión se encontraban las rancherías de visita de San Luis, Santa Lucía, Santísima Trinidad, San Patricio, San Marcos, Santa Águeda, San Lucas y San José de Magdalena. En 1745 esta misión tenía una población indígena de 300 personas, la que se mantuvo estable hasta 1768. Debido a las enfermedades y epidemias, dicha población empezó a disminuir y así tenemos que para 1771 eran 180 personas y en el año de 1800 había bajado a 90. 

Las epidemias que más afectaron a la población indígena se presentaron en los años de 1708, 1723 y 1729. Además, en 1771 ocurrió una fuerte inundación que redujo mucho la población y la misión se trasladó a San José de Magdalena. Finalmente la misión se quedó sin población indígena por lo cual fue abandonada a partir de 1728, aunque poco a poco dio origen al pueblo actual de Mulegé, Baja California Sur.

EXPANSIÓN MISIONAL

Durante algunos años esta misión fue la más norteña de California. En los primeros años de la expansión misional en California, se le dio preferencia al sur peninsular, es decir al sur de Loreto, por lo que hasta que no se cubrió más o menos la región sur, no se pensó en avanzar más allá de Mulegé, lo que finalmente se dio con el establecimiento de las misiones de Nuestra Señora de Guadalupe Huasinapí (1720) y San Ignacio Kadakaamán (1728).

Esta misión fue dedicada a la santa italiana Santa Rosalía de Palermo (1130-1156). Posiblemente haya influido en esto el padre Píccolo, ya que era nativo de Palermo. El culto a Santa Rosalía fue promovido por los benedictinos y se le difunde como protectora contra enfermedades infecciosas como la peste, y para recibir auxilio y protección en momentos difíciles. Esta santa vivió en soledad, pobreza y penitencia, lográndose muchos milagros a través de ella. Se le atribuye sobre todo la extinción de la peste, que llegó a asolar Sicilia en esos años.

Cabe hacer notar que la cercana población minera de Santa Rosalía, Baja California Sur, fundada hacia fines del siglo XIX, tomo su nombre del original de Mulegé, que era "Santa Rosalía de Mulegé”.

En nuestros días el templo original de la misión se encuentra bien conservado. Fue elaborado con roca volcánica de la región y ha sido restaurado en varias ocasiones. En su altar central destaca la imagen de bulto de Santa Rosalía. Su estilo es austero y más de una persona ha dicho que este templo parece más bien un castillo militar que una misión.

Vale la pena conocerlo, sentir como entre sus salones estuvieron misioneros muy destacados que ofrecieron toda su vida para establecer la civilización en esta región.

Píccolo desarrolló una gran labor entre los indios cochim; introdujo el cultivo de la uva, el algodón y los dátiles. Fue gracias a Píccolo que hoy se encuentra el denso palmar de Mulegé, que lo caracteriza